“Hacer de tripas, corazón”
Dolores antiguos con nombres nuevos
La fatiga crónica es una de las “enfermedades de moda” junto con la fibromiálgia.
El número de pacientes diagnosticados ha aumentado en los últimos tiempos.
Para la ciencia médica, su origen es incierto y su futuro, aún más.
Sin embargo, para los psicoanalistas es una vieja enfermedad conocida y su tratamiento psicológico, la solución.
Hoy en día es muy frecuente el diagnóstico de fatiga crónica que realizan los especialistas después de la derivación del médico de cabecera que ha escuchado los siguientes síntomas: fatiga y agotamiento constante sin causas justificadas.
Las personas que la padecen explican sensaciones tales como tener “una sensación de algodón insoportable en la cabeza y un inmenso cansancio” que hace que no puedan trabajar ni leer, ni siquiera pensar.
¿Qué es la fatiga crónica?
Este cuadro puede acompañarse también de dolores musculares, dolores articulares, cefaleas, trastornos de la visión, perturbaciones emocionales, pérdida de memoria, confusión, dolor en los ganglios o dolor abdominal.
Los médicos la tratan como una enfermedad crónico sin un origen claro y con una evolución incierta.
Como en el caso de la fibromialgia -su enfermedad hermana a la que dedicaré otro artículo del blog- los médicos suelen aconsejar a las pacientes “aprender a vivir con ella” y que se hagan a la idea de que se trata de una compañera para siempre.
Me parece sorprendente que alguien pueda seguir esta clase de consejos porque no comprendo cómo una persona puede aceptar vivir con un dolor físico tan intenso sin luchar e ir a buscar algún tratamiento efectivo como el psicológico.
Según relatan mis pacientes, los médicos que los diagnostican no suelen recomendar el tratamiento psicológico si no es para ayudarles a aceptar este destino sin posibilidades de curación. Aunque reconocen lo mucho que afectan los factores psicológicos a esta enfermedad, suelen prescribir medicación al uso: acostumbran a dar ansiolíticos o relajantes musculares con una baja efectividad. Además, la fatiga crónica no suele cursar con angustia, por lo que carece de sentido recetar ansiolíticos.
En este artículo del El País podemos leer mas sobre el exceso de medicalizacion de las enfermedades psicológicas.
En este otro artículo nos cuentan sobre la patologizacion de la vida cotidiana.
¿Qué tipo de enfermedad es la fatiga crónica?
La fatiga crónica entraría en el grupo de las enfermedades psicosomáticas. Aparece después de un traumatismo físico como una operación, una enfermedad o un accidente. Hay que añadirle, como a todo este grupo de enfermedades, la incomprensión general de la sociedad, representada en la figura del médico. Esto genera en el paciente sentimientos de soledad al no sentirse comprendido y sentimientos de inutilidad en una sociedad donde se valora tanto la actividad.
Pero esta enfermedad que parece tan asociada a la vida moderna – se la llama también en ocasiones “enfermedad del yuppy “con estrés producto de la actividad- es para el mundo psicoanalítico, una enfermedad antigua y conocida que ha ido cambiando de nombre a lo largo de la historia.
Las enfermedades reciben nombres y explicaciones sobre sus causas según las modas de la época y en ocasiones, se las diagnostica abundantemente si ya existe en el mercado el medicamento farmacológico que las tratará.
Podemos leer también sobre el tema el siguiente artículo de La Vanguardia, donde nos comentan cómo en España se ha triplicado el uso de antidepresivos.
Esta enfermedad ya era conocida y se la denominaba neurastenia o también, melancolía.
Si la fatiga crónica es una enfermedad con origen psicológico: ¿por qué esos síntomas físicos?
La división que hacemos en Occidente entre cuerpo y mente no nos ayuda a entender bien determinadas enfermedades.
Cuerpo y mente son inseparables en su funcionamiento, por ello, cuando estamos preocupados por algo, es probable que nos duela la cabeza y cuando tenemos miedo o estamos muy angustiados, pueden desencadenarse problemas gástricos o respiratorios, etc… Está claro que nuestra base es biológica y nuestros dilemas emocionales van a afectarla.
En el caso de que no existiera un origen psicológico de la enfermedad, los seres humanos no podríamos dejar de sentirnos afectados por lo que pensamos y lo que sentimos al respecto de ella. Por ello siempre será importante tener un espacio terapéutico para tratar ese aspecto.
¿Y qué trastorno psicológico puede haber detrás de la fatiga crónica?
El traumatismo actual producido por la situación de accidente, una operación quirúrgica o un disgusto intenso reactiva de forma inconsciente, es decir, sin conocimiento de la persona, un trauma vivido anteriormente.
Ese trauma primero suele haber acontecido durante la infancia y la adolescencia –la época en la que somos más dependientes de los demás- y se refiere a momentos donde la persona sufrió un dolor moral muy intenso y al que no pudo reaccionar.
La falta de reacción se debió a la existencia de reglas sociales que lo impidieron o a compromisos subjetivos que la persona tenía y que le obligaron a” hacer de tripas, corazón”.
Esa carga de estrés quedará “encapsulada” en nuestro inconsciente, “larvada” provocando malestar y síntomas.
De esta manera un dolor moral que hemos desatendido durante largo tiempo, puede llegar a convertirse en un dolor físico (que inconscientemente, también seguirá siendo moral).
Este sufrimiento puede ser abordado psicoanalíticamente, hablando de ese dolor moral inicial que no ha podido manifestarse nunca en palabras.
Con las palabras, el dolor físico puede empezar a remitir porque el dolor moral se puede expresar y sentir en la compañía de un profesional.