El fenómeno del botellón es una problemática social por varios motivos:
- El problema de convivencia que produce
- El problema de salud pública que supone por la precocidad del consumo de alcohol y el aumento de intoxicaciones por toxicomanías.
- Se permite la venta de alcohol a menores sin el control adecuado.
- Se permite socialmente el fenómeno habilitando botellódromos que facilitan el consumo indiscriminado lejos de cualquier control social.
Fotografía de Eva Bonamusa
¿De qué es síntoma realmente un fenómeno como el botellón?
En una lectura más profunda, el botellón es un subproducto de un síntoma de la actualidad: el incremento exponencial de las toxicomanías.
Para su explicación necesitamos un compendio de factores de carácter cultural, factores sociológicos, económicos y psicológicos.
La sociedad actual promociona a través de todos sus medios, una cultura hedonista de la satisfacción inmediata. A través del consumo de objetos, uno tras otro, sin fin…de forma inmediata y sucesiva; mediante la venta de ideales de que cualquier dolor, frustración deben evitarse.; también debe evitarse la tristeza y el miedo.
No están de moda ni el esfuerzo ni la paciencia. Se produce una exacerbación del derecho sobre lo que yo siento y quiero por encima del bien público. La falta de ideales constructivos, creativos, de desarrollo personal y no ilusiones pacatas, rápidas, que no cuesten nada.
Esta cultura es campo abonado para este tipo de conductas de abuso de sustancias tóxicas a cada vez más temprana edad puesto que la preadolescencia también se ha convertido en una edad de “mis derechos”. La toxicomanía viene a tapar la falta, la tristeza, la pérdida, el fracaso, la dificultad delante del semejante, la dificultad en las relaciones amorosas, con los padres.
Sin embargo, no todo el mundo cae en conductas adictivas. Se producirá en personas con determinadas estructuras psíquicas. A no todo el mundo le engancha la droga. Pero si es cierto que nuestra sociedad postindustrial fomenta ese tipo de conducta con la negación de las emociones dolorosas y los ideales de vida de carácter ilusorio y con el poco cuidado hacia las nuevas generaciones con una permisividad que ralla lo malévolo.
Susana Gracia, Psicologos Barcelona