Vivimos en una época de sobreestimulación de la infancia y no podemos negarlo. Los padres de hoy viven en un mundo cambiante, poco tiene que ver el mundo de hace por ejemplo 40 años con el mundo de hoy. Los cambios se han sucedido vertiginosamente y nos hemos debido adaptar a ellos.
Por otro lado, tenemos un pensamiento negativo respecto al futuro, pensamos que nuestros hijos vivirán peor que nosotros y que tendrán que hacerse hueco en un mundo muy competitivo e incierto, dónde hay lugar para pocos, los más brillantes.
Por todo ello el futuro se presenta amenazador e imprevisible. Existe una crisis de valores actual y no podemos predecir qué querrá de nosotros el mundo del futuro.
La mayoría de padres siempre han aspirado a darle lo mejor a los hijos, pero nunca ha sido como en la actualidad, a costa de estrés y sacrificios familiares, renuncias personales, exceso de presión sobre ellos, al punto de administrarles medicación para que saquen buenas notas… Todo esto casi siempre motivado por esa presión silenciosa sobre el futuro para el que deben estar preparados al máximo en competencias y habilidades. Es importante reconocer esa presión en nuestros motivos.
Consecuencias psicológicas de la sobreestimulación de la infancia
Nunca produjo la infancia tantos desarreglos psicológicos de carácter leve o moderado como los llamados déficits de atención, hiperactividad, dificultades de maduración…y no sólo por los niños que lo padecen, sino por una sociedad que normativiza a sus individuos de forma precoz. No se permite que la evolución individual siga patrones diferentes según cada niño y necesite diagnosticar una enfermedad cuando no se ajusta a la norma estandar. Encontramos un diagnóstico donde hay trastornos emocionales, malentendidos, falta de cariño, falta de familia extensa, nuevos enlaces y nuevos vínculos de los padres, subsiguientes rupturas, celos…
No hay tiempo que perder, los niños comienzan a leer antes de los 6 años, cuando todavía el desarrollo psíquico es para el juego y el dibujo. Al mismo tiempo que comienza la escolaridad, el adiestramiento en todas las disciplinas que los padres puedan pagar. A veces antes: estimulación fetal, estimulación del bebe, danza madre-hijo bebe, educación musical precoz…
Dos premisas falsas en el aprendizaje infantil
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Iniciar lo antes posible cualquier aprendizaje
Está demostrado que no se cumple, por ejemplo si el inglés no es maternal o de inmersión total, no hay diferencia en la competencia del idioma si se empieza antes, a los 4 que a los 11.
Cada aprendizaje requiere una edad y un desarrollo psicoafectivo y cognitivo determinado. No da igual empezar antes, es importante respetar la evolución interna de los niños. Sí que importa forzar el aprendizaje, hacer más maduro al chico a fuerza de plegar su emocionalidad a la nueva exigencia.
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No todo cabe en sus mentes
El aprendizaje y la información debe ser dosificado para no estresar, atiborrar, empachar y no ser operativa en un futuro.
Es importante hacer el ejercicio de parar las exigencias, preparar en los fundamental a los hijos y soportar con modestia que el futuro es incierto y que ellos deberán jugar sus bazas en él y sobre todo que no tienen por qué ser seres brillantes socialmente ya que sus padres no lo fueron y tampoco porque se lo deban, ya que no sacrificaron sus deseos y su tiempo para que él devenga eso que seguramente será una carga para su propia vida.
Psicóloga en Barcelona – Susana Gracia