Son conocidas las leyendas o mitos de las diferentes culturas que explican la necesidad de buscar y tener una pareja de un sexo diferente o del mismo sexo en algunos casos.
Una de nuestras referencias clásicas es la teoría del Andrógino en la obra del Banquete de Platón. Cuenta esa teoría que existía un ser, el Andrógino que reunía en su cuerpo el sexo masculino y el femenino, otros andróginos tenían dos partes masculinas y otros dos femeninas.
El mito cuenta que estos seres compuestos, sintiéndose tan vigorosos y completos quisieron invadir el Monte Olimpo de los dioses. Zeus los castigo por su atrevimiento, lanzándoles un rayo que los dividió, condenándolos a buscar durante toda la vida a su otra mitad complementaria.
El mito del Andrógino explicaba la homosexualidad y la heterosexualidad en la antigüedad pero sobre todo da cuenta del motor que nos impulsa a los seres humanos a ir unos hacia otros, sexualmente y afectivamente hablando, la complementación que viene a restaurar un origen conjunto.
Freud y la teoría de la bisexualidad psíquica
Sigmund Freud, el creador del psicoanálisis, también utilizó para describir el psiquismo del ser humano la hipótesis de la bisexualidad en la infancia. Ese estado bisexual se decantará hacia los cinco años en una identificación principal de la persona sexuada, la otra orientación quedará reprimida pero reclamará poderosamente la atención de su contrario. Es decir, quedará establecida la orientación sexual que tendrá esa persona en su sexualidad y en su afectividad.
Evolutivamente la sexualidad del ser humano eclosionará en dos etapas sucesivas, una primera autoerótica, época de la masturbación en solitario y una segunda, erótica, dónde se desea y se necesita un partenaire para desarrollar la actividad sexual.
De esta manera la constitución bisexual inicial del ser humano está en el origen de su sexualidad futura y también de su organización psíquica, pero quedará reprimida en el inconsciente. Ello puede crear síntomas de muchos tipos, pero sobretodo sexuales, que son mucho más frecuentes de lo que se dice y que traerán problemas en las parejas.
Los polos entre los que se mueve nuestro psiquismo son el femenino y el masculino, independientemente de que seamos hombre o mujer. En el caso del hombre, la feminidad quedará más o menos reprimida y en el caso de la mujer quedará reprimida la masculinidad.
Pero es cierto, que esto no es una regla exacta y que todos conocemos hombres muy femeninos, otros más viriles, así como mujeres femeninas y otras más masculinas.
La bisexualidad en el ámbito de la pareja
Cuando pasamos al ámbito de la pareja, el encuentro entre las partes masculinas y femeninas de cada uno de los componentes, no deja de complicar el entramado cuando existen problemas.
En realidad, dada esa coyuntura psíquica, nos preguntamos: ¿quién seduce a quién? La mujer no está exenta de masculinidad en la pareja, provocando el deseo de su compañero y siendo activa en el acto de hacer el amor y antes lo puede ser en la seducción. Pero también es pasiva porque recibe.
El hombre reprime su pasividad en el acto de dar siendo de esa manera viril, pero también es seducido pasivamente por la mujer para poder realizar el acto sexual.
Nuestra condición inconsciente bisexual posibilita el encuentro y el deseo sexual pero también lo complejiza, estando detrás de la mayor parte de disfunciones sexuales.
El tratamiento psicoanalítico puede ayudar a los componentes de la pareja a comprender sus disfunciones sexuales y de pareja ya que realiza una lectura profunda del psiquismo humano en toda su complejidad.
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