Como si se tratara de los diez mandamientos, la sociedad actual impone a las mujeres mandatos de género mediante diversas vías. La más eficiente es sin duda, la transferida por las mujeres de nuestra familia de origen, madres, tías, abuelas, hermanas mayores. En segundo lugar, por otras mujeres importantes de fuera del ámbito familiar, tales como maestras o amigas.
El modelo actual de mujer resultado de esta mezcla
La amalgama de todos esos modelos de mujer confeccionó de forma no consciente para nosotros, un nuevo modelo de mujer que fue desarrollándose en la jovencita que fuimos.
Ciertamente ese proceso de identificación nos condicionó pero sin esos mandatos no sería fácil para nosotros sentirnos compañeras de género y formar parte de ese grupo social que representamos las mujeres.
Pero ese condicionamiento debe hacerse consciente para poder adueñarnos de esos mandatos, para afirmarlos, matizarlos u oponernos a ellos en un ejercicio de libertad de la propia feminidad de cada una de nosotras.
Su desconocimiento puede provocar culpas desconocidas, trayectos vitales insatisfactorios, elección de parejas contrarias a los deseos iniciales que una tenía previsto, repetición de situaciones que nos traen sufrimiento.
Algunas reflexiones al respecto sobre los mandatos de género:
¿Cuál es ese mandato? El principal mandato de género para las mujeres actuales es el cuidado de la vida y la salud de las relaciones.
- El fenómeno de cuidar y ser cuidada quedará fuertemente marcado como nuclear de la identidad femenina a pesar de que socialmente sea poco valorizado.
- La madre es nuestra principal figura de afecto aunque también será la principal generadora de frustración e insatisfacción sobre todo en la pubertad donde necesitamos separarnos de ella y ser diferentes. Esa compleja relación nos generará fuertes sentimientos de ambivalencia, a veces muy dolorosos.
- Suelen repetirse con las futuras parejas las mismas ambivalencias que se tuvieron con la madre, cuando esa relación ha sido conflictiva.
- La importancia del rol de cuidar las relaciones hace que las mujeres estemos hipervigilantes ante todos nuestros vínculos ya que implica partes de nuestra identidad y autoestima. Por ello, buscaremos que nos quieran…. en todas partes… en casa, en el trabajo, con las amigas, las vecinas… atendiendo las necesidades de los demás.
- Cuidamos, a veces de forma maternal en relaciones que no son de carácter filial, lo cual también puede saturarnos con cargas añadidas y suelen ser fuente de generación de conflictos con los demás.
- La hostilidad sigue fuertemente censurada para la mujer.
- Querer cuidar pero no saberlo instrumentar o estar/vivir sola, pueden conducir a una baja autoestima y a sentimientos de inferioridad por la culpa de no cumplir con los ideales sociales/familiares.
Todo este entramado produce fuertes impactos en la construcción de la subjetividad femenina generando posibles focos de conflicto y de sufrimiento futuros. La terapia psicoanalítica puede ayudarnos a hacerlos conscientes y reflexionar sobre ellos para poder ejercer nuestro deseo e higienizar nuestras relaciones sociales y familiares.
Si quieres saber más sobre este tema puedes leer el anterior artículo del blog: Mandatos de género.
Fuentes:
- “El yo y el ello y otras obras” Sigmund Freud. Amorrortu Editores (2006)
- “El Superyó femenino” Nora Levinton Dolman. Biblioteca Nueva (2000)
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