Las redes sociales son una herramienta potentísima para relacionarnos, pero hasta hace muy poco nadie nos había enseñado a hacerlo de forma correcta para no sufrir ciberacoso y mantener nuestra intimidad a salvo.
Su aparición y expansión en los últimos veinte años no ha generalizado un código de conducta que las regule. Los jóvenes han traspasado a los adultos en su uso y conocimiento y estos últimos se han sentido perdidos a la hora de realizar un control y una protección adecuada.
Fotografía de Eva Bonamusa
El ciberacoso: la necesidad de una conducta moral en la red
Las redes sociales suponen un mundo nuevo para mantener relaciones pero su uso necesita de unas reglas y de unos criterios éticos igual que sucede con el resto de conductas del ser humano en lo social.
Hace años, pocas mujeres hubieran dejado ver una foto de su cuerpo desnudo a muchos o se hubiera chismorreado por escrito sobre otra persona dejando esa prueba… pero también nos hubiera parecido extraño hablar con los amigos por escrito en vez de personalmente y hoy en día lo hacemos con frecuencia,… ¡en fin, los tiempos cambian! pero no tanto nuestras necesidades subjetivas como son: la necesidad de preservar la intimidad y con ello, la dignidad.
La intimidad y la necesidad de preservarla
Preservar la intimidad es preservar el narcisismo del cual nos nutrimos las personas. Cuando somos pequeños, la família es el lugar de alimento y protección dónde nos sentimos seguros y amados aunque existan otros problemas. La familia es quien nos conoce, nos suele aceptar como somos y es con quienes nace nuestra intimidad: uno se siente reconfortado y puede salir al exterior, al cole, a trabajar, a relacionarse, con esa seguridad generada por ellos.
Cuando decidimos compartir nuestra intimidad acostumbramos a estar seguros de que no nos van a dañar o de que no estamos en peligro. Con la relación personal es más fácil de controlar aunque también podemos llevarnos decepciones pero con las redes sociales, cuando algo no va bien, sus consecuencias se amplifican exponencialmente, quedando el sujeto sin herramientas para contrarrestarlo.
El ciberacoso en la edad más delicada: la adolescencia
Sabemos que la adolescencia es un momento de ensayo de la persona que se acaba de construir, momento de exponerse socialmente a la hora de buscar un partenaire afectivo o de buscar su pertenencia en grupos de semejantes ensayando nuevas identidades distintas a las de la infancia. Es por ello un momento peligroso en el uso de las redes sociales, porque en ellas se practicaran también estos ensayos como un juego de guardar/exponer la intimidad en la relación con los demás y el del individuo/anonimato para ponerse la máscara de lo socialmente deseable por el grupo mayoritario o de pertenencia. También es el momento donde otros adultos pueden manipular esos usos.
Tipos de ciberacoso
Se han tipificado varios tipos de acoso o peligro en las redes sociales: el ciberbullying, el sexting y el grooming.
El Ciberbullying
Es el uso de internet, teléfono o videojuegos entre menores para humillar, agredir, maltratar, difamar, insultar, amenazar o desprestigiar compañeros o personas conocidas de una edad parecida.
Sexting
Consiste en el envío de fotografías y vídeos de carácter sexual o íntimos, producidos por el propio protagonista (o con su consentimiento) a través del apps móviles u otros dispositivos tecnológicos. Aquí se producen dos fenómenos de afrenta a la persona. La humillación pública y la destrucción de la confianza que esta persona había depositado en quien ahora le traiciona y publica sus fotografías o vídeos.
Grooming
En este caso, un adulto utiliza internet y mediante un engaño, intenta ganarse la confianza de un menor para conseguir favores sexuales. Los favores pueden ir desde la obtención de fotografías y videos hasta encuentros en persona.
Síntomas observables para detectar el ciberacoso
La sintomatología que pueden producir estos acontecimientos en los sujetos afectados pueden ir desde el insomnio, la desgana, la tristeza, la depresión, evitar salir de casa, no querer ir a la escuela o al instituto, el desarrollo de alguna fobia, hasta fenómenos más radicales. Como todos los acosos, suelen mantenerse en secreto al inicio, ya que acostumbran a producirse sentimientos de culpa en la persona afectada por la situación que se ha generado.
Es fundamental la intervención de los adultos y estar alerta delante de los pequeños indicios que se puedan producir. La intervención psicológica es fundamental si la persona ha sufrido.
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