La disciplina hoy en día está especialmente denostada, identificada a viejos usos en la educación de los hijos, su exceso produjo no pocos traumas emocionales al negar la expresión abierta de los sentimientos y promover su represión. Su excesiva aplicación también generó fuertes sentimientos de culpabilidad en las personas que la padecieron.
Fotografía de Eva Bonamusa
La denostada disciplina y la frustración que ayuda a crecer
En su definición, disciplina consiste en una doctrina o instrucción de una persona, especialmente en lo moral. Lo moral se convierte en el objeto principal de ese tipo de educación a diferencia de la educación académica.
Como todos los procesos sociales que suelen seguir una evolución cíclica a lo largo de la historia, de una generación que sufrió las consecuencias de una excesiva disciplina surge una generación que siente aversión a estos métodos y que educa al prójimo en una laxitud moral que no deja de producir otras consecuencias sintomáticas.
Síntomas que contemplamos a día de hoy los psicólogos en la consulta. La no aplicación de disciplina produce que algunas de sus herramientas tampoco se apliquen como por ejemplo, poner los límites que desatan la frustración.
Cuando eliminamos toda disciplina estamos eliminando los beneficios de la frustración en el desarrollo emocional de los hijos.
Beneficios de la Frustración provocada por la disciplina
La frustración (frustrar, privar a alguien de lo que esperaba) es necesaria para el desarrollo psicológico de los niños. Lo que se juega a nivel profundo en los niños es que frustrarlos los ayuda a separarse de los padres y los propulsa hacia la construcción de un deseo que pueda explayarse en un futuro propio.
Poner límites a su deseo igual que los adultos se lo imponen a sí mismos para su vida social o les es impuesto por otros es el camino para que el sujeto en desarrollo encuentre su propia vía de desarrollo igual que lo hizo su madre y su padre.
El chico habrá de dejar a su madre y a su padre para encontrar su propio deseo, ya que en su familia de origen están condenados a frustrarse.
Si el hijo lo es todo para los padres, lo tiene todo, le dan todo, le piden más…el niño vivirá amenazado por pulsiones mortíferas que tienen que ver con una involución, la de regresar al vientre materno dependiente en vez de ser propulsado al futuro liberador de individuo autónomo.
La frustración sensatamente administrada ayuda a crecer.
¿Y de qué se trata? De imponer unos límites desde unos padres que aman a sus hijos pero que son autónomos en su propio deseo e independientes de sus propios padres y de sus hijos.
Psicóloga en Barcelona – Susana Gracia