Nos encanta disfrutar de vacaciones. Cuánto nos quejamos del trabajo y cuánto deseamos que nos toque la lotería y cambiar de vida. Es una fantasía, puesto que el ser humano no sabe estar sin ocuparse. Es un homo habilis, ocupado con sus manos en crear.
El trabajo tiene esa función para nosotros igual que el juego la tiene para los niños pequeños, es su pequeño trabajo.
La necesidad social de ocuparse
Trabajar, organiza el día y la mente, produce un lugar al sujeto social y un reconocimiento. Le da a uno un rol, un papel, unos compañeros. En definitiva, una existencia social.
No hay para nosotros existencia sin sociedad.
Las personas paradas sufren doblemente por su déficit económico pero el social y el personal pesan igual en la balanza de la carga. Observemos la palabra “parados”, los definimos como seres que no se mueven, que ellos mismos están no activos, no van a ningún sitio.
¿Cuál es la necesidad psicológica de ocuparse?
Tener una ocupación es fundamental para la salud psíquica del ser humano. Cuando una persona se vuelve inactiva, es probable que se deprima o que ya esté deprimida.
Lo vemos claramente en los niños que no juegan, que es su actividad, algo no marcha bien.
Ocuparse y crear, por nimia que sea la creación, es un acto de actividad y de afirmación de un ser potente.
El ser humano necesita para ser sano y feliz, huir de la pasividad. Necesita poder transformar las situaciones en las que se siente pasivo, encerrado, sin nada que producir o decir.
La necesidad de crear es inherente al ser humano, como lo es soñar por las noches.
Las vacaciones
Sólo son valoradas cuando uno siente que las merece. Por eso, no existen vacaciones todo el tiempo. En las vacaciones uno puede ser pasivo, tirarse a la bartola, ese estado está reconocido socialmente y el individuo lo vive sin consecuencias nefastas ni culpa.
Psicólogos Barcelona, Susana Gracia