El juego es para los niños su actividad diurna igual que para los adultos lo son sus ocupaciones diarias. Muy lejos de tener sólo un valor lúdico, jugar representa el medio mediante el cual los niños pequeños pueden desarrollar sus fantasías, poner en acción situaciones que han vivido de forma pasiva y reproducirlas activamente.
Al no poder la mayor parte del tiempo desarrollar sus deseos en lo social por su impotencia psíquica y física, preservar el tiempo diario de juegos se convierte en un espacio de higiene mental para el niño.
El juego y los psicólogos
Los psicólogos dedicamos mucho tiempo a los juegos con nuestros pequeños pacientes. El juego tiene unas finalidades terapéuticas importantísimas. Son muchos los autores que han dedicado sus investigaciones al juego pero especialmente uno de ellos, Donald W.Winnicott, que consideró el juego como una zona intermedia entre la subjetividad y la realidad y que en un futuro sobrevendrá como la experiencia cultural de la persona.
Función psicológica del juego
Su función es semejante a la de soñar, también en esta actividad solemos expresar fantasías, frustraciones y temores con toda libertad, ellas forman el contenido de nuestros sueños.
Sin los sueños, enloqueceríamos. Igual que sin jugar, los niños se pondrían enfermos.
¿Por qué hay que dejar a los niños jugar?
El juego puede ser libre o reglado, con amigos o en soledad, pero jugar debería ser la principal tarea del día después del colegio. El niño vive en una impotencia del hacer, el juego le permite ese “como si” pudiendo expresar los fuertes deseos que ya manifiestan los sujetos aunque no sean adultos.
Preservar ese espacio de tiempo para los niños, libres de deberes, libres de actividades extraescolares, sin las exigencias de los padres muchas veces originadas por sus propios ideales sobre sí mismos.
La infancia es tiempo de desarrollo y disfrute, no sólo de preparación competencial para un futuro que por serlo es incierto y del cual, aunque hagamos predicciones, desconocemos las claves del éxito que tanto nos preocupan para con los hijos. Ocupémonos también del presente: Dejémosles disfrutar la infancia.
Psicológa en Barcelona – Susana Gracia