Hablamos de anestesia emocional o vacío existencial cuando la persona tiene sentimientos de vacío, sensaciones de no estar viviendo el presente o se queja de falta de consistencia de la propia vida. Este vacío existencial suele ir acompañado de un cierto adormecimiento de las emociones delante de acontecimientos traumáticos como pérdidas o accidentes de cualquier índole. Cuando nos encontramos con estos síntomas silenciosos, estamos delante de un motivo de consulta psicológica.
¿Cómo se gestiona un vacío existencial?
Las personas suelen ir al psicólogo cuando algo falla o cuando se sienten infelices pero no suelen hacerlo cuando presentan un estado de indiferencia emocional hacia acontecimientos vividos o cuando tienen sentimientos de vacío existencial. Es lo que conocemos como anestesia emocional.
Por ejemplo, a alguien se le muere un familiar querido o pierde una relación amorosa y no muestra indicios de tristeza o duelo, puede pasar que las personas cercanas incluido el médico piensen que ¡Es una suerte! o que se trata de una persona que sabe tramitar muy bien sus emociones porque no le afectan. Nadie se extraña delante de ese enfriamiento afectivo porque ¡Nos parece de súper hombre o de súper mujer y a todos se nos hace muy deseable!
Existe un ideal con el que muchos pacientes vienen a consulta y que consiste en “gestionar las emociones” de forma mágica, sin que afecten demasiado, de forma controlada y rápida. Se seducen con la idea de que podemos “gestionar las emociones” de esa manera, permaneciendo indiferentes a situaciones que a cualquiera le provocarían dolor, miedo, angustia… Del mismo modo, existe el ideal de las soluciones mágicas para los fenómenos psicológicos.
Todas estas personas se sienten con derecho a ser felices pero sin cambiar o replantearse nada de su vida para ello. Estos ideales psicológicos son erróneos y nos alejan de atender o destacar el verdadero problema que tenemos.
Hemos de saber que la realidad psíquica registra todos los acontecimientos de una manera u otra y no será saludable que no se produzcan las respuestas emocionales que se esperan en las diferentes situaciones: Tristeza o insomnio delante de una pérdida; estrés delante de situaciones de sobrecarga de tareas o angustia delante de sobrecargas emocionales, entre otras.
Es importante detectar esas situaciones latentes, sobre todo en niños y adolescentes ya que suelen señalar procesos silenciosos que pueden resultar patológicos para la salud mental de la persona.